Vull recomanar una llibre: El atizador de Wittgenstein. El llibre parteix del succés que va portar a l’ enfrontament de dos dels grans filòsofs del segle XX: Ludwig Wittgenstein i Karl Popper. Aquest enfrontament s’ esdevenir una freda nit del 25 d’ octubre del 1946 en el saló H3 del King’s College de la Universitat de Cambrige.
El llibre fa servir aquest esdeveniment per endinsar-nos en les vides dels dos filòsofs. Unes vides que varen compartir en els seus inicis un mateix escenari geogràfic: Viena, però no així, un mateix espai social: Wittgenstein provenia d’ una família molt adinerada, el pare era un dels comerciants pioners de la indústria de l'acer i Popper fill d’ un advocat jueu: Simon Siegmund Carl Popper, no comptava amb una situació tant privilegiada. Podríem dir, que Wittgenstein es movia dins de les altes esferes de la Viena de l’ època i en canvi, Popper no: tot i provenir d’ una família adinerada.
El llibre fa servir aquest esdeveniment per endinsar-nos en les vides dels dos filòsofs. Unes vides que varen compartir en els seus inicis un mateix escenari geogràfic: Viena, però no així, un mateix espai social: Wittgenstein provenia d’ una família molt adinerada, el pare era un dels comerciants pioners de la indústria de l'acer i Popper fill d’ un advocat jueu: Simon Siegmund Carl Popper, no comptava amb una situació tant privilegiada. Podríem dir, que Wittgenstein es movia dins de les altes esferes de la Viena de l’ època i en canvi, Popper no: tot i provenir d’ una família adinerada.
Hem de dir que hi havia un altre punt en comú entre els dos filòsofs, els dos eren descendents de jueus. Aquest fet originarà el seu exili amb l’ arribada al poder de Hitler. Popper s’ exiliarà a Nova Zelanda i Wittgenstein a Anglaterra. Els seus camins però, que sempre s’ havien mantinguts ( tot i la proximitat geogràfica) separats, a l’ igual que les seves idees filosòfiques, es retrobaran la nit del 1946.
Fragment del succés que precedeix i conclou al llibre:
“Popper llegó a Cambridge a comienzos de la tarde y antes de ir al Club tomó té con galletitas con Bertrand Russell, lo que ha llevado a algunos maliciosos -una de las mil conjeturas que proliferan en torno a la sesión- a sostener que este último habría incitado a Popper a arremeter sin eufemismos contra la teoría de los puzzles del autor del Tractatus. Pero la verdad es que no hacía ninguna falta. Popper confiesa en su autobiografía de 1974, Unended Quest, que, desde hacía algún tiempo, ardía de impaciencia por probarle a Wittgenstein que sí existían, y de qué modo, los problemas filosóficos. Así que fue aquella noche a la reunión del Club de Ciencia Moral de Cambridge con la espada desenvainada.Popper comenzó su exposición, a partir de notas, negando que la función de la filosofía fuera resolver adivinanzas y empezó a enumerar una serie de asuntos que, a su juicio, constituían típicos problemas filosóficos, cuando Wittgenstein, irritado, lo interrumpió, alzando mucho la voz (solía hacerlo con frecuencia). Pero Popper, a su vez, lo interrumpió también, tratando de continuar su exposición. En este momento, Wittgenstein cogió el atizador de la chimenea y lo blandió en el aire para acentuar de manera más gráfica su airada refutación a las críticas de Popper. Un silencio eléctrico y atemorizado cundió entre los apacibles filósofos británicos presentes, desacostumbrados a semejantes manifestaciones de tropicalismo austriaco. Bertrand Russell intervino, con una frase perentoria: “¡Wittgenstein, suelte usted inmediatamente ese atizador!”. Según una de las versiones del encuentro, a estas alturas, todavía con el atizador en la mano, Wittgenstein aulló, en dirección a Popper: “¡A ver, deme usted un ejemplo de regla moral!”. A lo que Popper respondió: “No se debe amenazar con un atizador a los conferenciantes”. Se escucharon algunas risas. Pero Wittgenstein, verde de ira, arrojó el atizador contra las brasas de la chimenea y salió de la habitación dando un portazo. Según la otra versión, la broma de Popper sólo fue dicha cuando Wittgenstein había ya salido de la habitación y tanto Russell como otro de los filósofos presentes, Richard Braithwaite, trataban de aquietar las aguas de la tormenta.”
Fragment del succés que precedeix i conclou al llibre:
“Popper llegó a Cambridge a comienzos de la tarde y antes de ir al Club tomó té con galletitas con Bertrand Russell, lo que ha llevado a algunos maliciosos -una de las mil conjeturas que proliferan en torno a la sesión- a sostener que este último habría incitado a Popper a arremeter sin eufemismos contra la teoría de los puzzles del autor del Tractatus. Pero la verdad es que no hacía ninguna falta. Popper confiesa en su autobiografía de 1974, Unended Quest, que, desde hacía algún tiempo, ardía de impaciencia por probarle a Wittgenstein que sí existían, y de qué modo, los problemas filosóficos. Así que fue aquella noche a la reunión del Club de Ciencia Moral de Cambridge con la espada desenvainada.Popper comenzó su exposición, a partir de notas, negando que la función de la filosofía fuera resolver adivinanzas y empezó a enumerar una serie de asuntos que, a su juicio, constituían típicos problemas filosóficos, cuando Wittgenstein, irritado, lo interrumpió, alzando mucho la voz (solía hacerlo con frecuencia). Pero Popper, a su vez, lo interrumpió también, tratando de continuar su exposición. En este momento, Wittgenstein cogió el atizador de la chimenea y lo blandió en el aire para acentuar de manera más gráfica su airada refutación a las críticas de Popper. Un silencio eléctrico y atemorizado cundió entre los apacibles filósofos británicos presentes, desacostumbrados a semejantes manifestaciones de tropicalismo austriaco. Bertrand Russell intervino, con una frase perentoria: “¡Wittgenstein, suelte usted inmediatamente ese atizador!”. Según una de las versiones del encuentro, a estas alturas, todavía con el atizador en la mano, Wittgenstein aulló, en dirección a Popper: “¡A ver, deme usted un ejemplo de regla moral!”. A lo que Popper respondió: “No se debe amenazar con un atizador a los conferenciantes”. Se escucharon algunas risas. Pero Wittgenstein, verde de ira, arrojó el atizador contra las brasas de la chimenea y salió de la habitación dando un portazo. Según la otra versión, la broma de Popper sólo fue dicha cuando Wittgenstein había ya salido de la habitación y tanto Russell como otro de los filósofos presentes, Richard Braithwaite, trataban de aquietar las aguas de la tormenta.”
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